martes, marzo 07, 2006

LO QUE ARDE ES LA ALAMEDA


El cobre mantiene su alcanzado precio histórico, y las arcas fiscales, por consecuencia, siguen engordando como niño gringo. Nuestro Chile (guardando claro, algunas proporciones) se aleja de su humildad sudaca de antaño, entrando (con mas patas que araña) a una nueva categoría de nación: la de País Asomado o País Nuevo Rico. Y como tanta aspiración delata complejo, el nuevo Chile arribista y rico, puede darse el lujo ( o cree poder hacerlo) de reparar en alguna que otra sofisticación estética: es así como sospechamos, acabó la vida del infame, emblemático, paradójico y particularmente feo Edificio Diego Portales.

No hay que ser tan mal intencionado ni desconfiado para encontrar que el reciente incendio consta de detalles dignos de sospecha. Los medios muestran imágenes de una vorágine ignea que evoca la caída de las Torres Gemelas, y al parecer, los unicos realmente preocupados son los ahumados vecinos. Intendenta, Ministro, Fiscales y Bomberos, se refieren al desastre (aunque aparentemente nadie se atreve a tildarlo de tal) con un desenfado (por no decir indiferencia) propio del Chino Ríos. Pocos se han cuestionado el desajuste de las pérididas millonarias, la ¿suerte? de que un cortocircuito que consigue un incendio que supera los 500°C ocurra el día con menos concurrencia, (y en el mes de las preocupaciones, justo cuando la noticia puede ser olvidada mas facilmente). Menos cómo es que un Cuerpo de Bomberos casi vecino demora 30 minutos en notar el incendio, que curiosamente, no acaba con el Ministerio ni construcciones vecinas. Me pregunto: ¿Qué clase de desastre destruye lo justo y necesario?. No hay heridos, ni rencores. Nada. Nadie escatima en gastos, y hasta ahora, la posible mejoría -estética- de la entrada a la Alameda es mas importante incluso, que el incierto destino del valioso Matta que el edificio albergaba.

Lo único claro es que éste será un año de cambios: atrás queda la imagen de un Jefe de Estado paternalista (considérese el futuro matriarcado); atrás queda también la fachada mediocre de una de las pocas obras concretadas en la Unidad Popular, fachada sucia e imponente, de un edificio a su vez clave en la Dictadura o Gobierno Militar. Atrás queda la imagen de un Pinochet triunfante sobre un podio grandioso. Atrás queda la antes morada de la Junta Militar, hoy albergue de eventos de poca monta. Atrás quedan sentimientos disidentes y vibras negativas de un lugar bilateralmente complicado.Atrás queda el Edificio Diego Portales.
eXTReMe Tracker